jueves, 21 de octubre de 2010

BALANCE ELECTORAL Y UNIDAD PARA EL CAMBIO


Por Yomar Meléndez Rosas*


A pesar de los esfuerzos conservadores por negar que el pasado 3 de octubre vencieron las fuerzas del cambio, los resultados electorales en Piura, Cajamarca, Junín, Arequipa, Cusco y, por supuesto, Lima, expresan la búsqueda de una nueva representación política y rechazo al estilo de desarrollo vigente.

Sumados los votantes de estas zonas tenemos más de la mitad del universo electoral, sin contar lugares en los cuales se reeligieron opciones críticas al gobierno ni considerar lo que pueda salir de la segunda vuelta regional.

Decir entonces que “ganaron los empresarios” como lo ha dicho hace algunos días en su balance Jaime de Althaus, es una manera elegante de escamotearle el triunfo a quienes no comparten el camino del extractivismo neoliberal; decir, además, que “la izquierda ha perdido presencia”, es pretender olvidar que ser de izquierda (o de derecha) hoy no es militar en un partido sino adherirse a los postulados que estas posiciones promueven.

Por tanto, no exageramos al señalar que un nuevo mapa político caracteriza al país, una nueva situación en la cual el fujimorismo insinúa mayor presencia y Alianza para el Progreso –esa especie de partido-empresa-, comienza a despegar.

Así las cosas, enorme responsabilidad recae en los sectores que propugnan el cambio: o se unen o postergan por tiempo indefinido la posibilidad de gobernar la Nación. Si en la capital -plaza fuerte de las derechas nativas- se está logrando la victoria es, entre otras razones, por la unidad alcanzada en torno a la propuesta programática de la Confluencia y el liderazgo de Susana Villarán. No valorar esta dimensión del resultado sería sencillamente volverse a equivocar.

Considerando que la unidad es un largo y complejo proceso que puede abordarse de distintas maneras, pienso que lo primero y más importante sería discutir los puntos básicos del programa. Creo posible que en el extenso y disímil espectro de las izquierdas, el progresismo y el nacionalismo, se pueden encontrar coincidencias. Candidaturas, maneras democráticas de elegirlas y formas de organización son asuntos complicados que se hacen más llevaderos si avanzamos en el programa.

Sin embargo, a las izquierdas nos corresponde ponernos de acuerdo antes que los demás. Lo hemos hecho recientemente y también en el pasado, nada impide que lo volvamos a hacer. Lo único de debemos considerar es que los tiempos han cambiado, que se requiere renovación, voluntad y práctica inclusiva, mejor comunicación, relación horizontal con la gente, en fin, ser conscientes que el nuevo siglo demanda izquierdas innovadoras, audaces, lozanas que no abandonen en ningún momento sus principios de fundación.


*Abogado. Vicepresidente del Movimiento Nueva Izquierda (MNI).

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